Egoismo silencioso

Las paredes, lenguas desangradas, derruidas...
¡Cómo pesa la boca que cargó al oído!
Silencio. Rayo fulminante que me parte el pecho,
que me desborda y me sumerge
entre las arenas inmoviles
de un decierto afónico.
Pozo asmatico, asuente, despoblado.
Vacío que arrebata de mi la voz viviente,
mutilándole las piernas, olvidándole en su olvido,
arrojándole en un calabozo de su vientre
plagado de un mutismo casi inmaculado.
Y ahora, todo calla, todo muere...
Y me olvido de mí, de mi voz amarilla,
de los amibientales gritos
que no dicen nada, que no sienten nada,
que se desnudan moribundos
presas dóciles de un león sigiloso.
Las paredes atiborradas de mutismos
ensanchando el horizonte del silencio
alargando de tal forma sus murmullos
que poco les falta para ser eternos.
Silencio, ardes más que el fuego
dejando a las palabras tal cual cenizas en mi boca.

Francisco Galván, 2do Semestre de Ciencias de la Comunicación.
Alumno del taller de creación literaria de la UACH.

4 comentarios:

karymox dijo...

intenso, profundo, misterioso, algo makiaveliko, algo zoex y muy perfecto a la vez, es algo estruendoso genial, entregado, sigilante arrebatador y penetrante me gusta eres muy bueno.

la luju dijo...

esta muy bueno lo que escribiste, me gusto, continua asi.

Viento dijo...

bien

Viento dijo...

bien =)